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A veces, aun teniendo la extrema necesidad de expresarse, ninguna palabra parece querer salir a la superficie. Se desvanecen de lo cotidiano y están tan perdidas que no hay manera de encontrarlas. A veces salen disparadas tan intensamente que ni siquiera nos dan tiempo de meditar sobre lo que acontece tal descaro. Y otras veces, esas otras veces que son la gran mayoría, voluntariamente las resguardamos, optamos por el silencio, y aunque sabemos donde están ocultas, consideramos oportuno no dejarlas salir de su escondite. No te obligues, date tiempo. Pero tampoco te olvides ni resignes. A veces hay que sanar y la mejor forma de hacerlo es expresándose.